"En el lenguaje es siempre la guerra" (Henri Meschonnic)

lunes, 5 de septiembre de 2011

Mea culpa*

Por Louis-Ferdinand Céline
  

Todavía me faltan algunos odios. Estoy seguro de que existen.


Lo que seduce en el Comunismo, la inmensa ventaja a decir verdad, es que nos va a desenmascarar al Hombre, ¡al fin! Quitarle las “excusas”. Hace siglos que nos encubre, él, sus instintos, sus sufrimientos, sus miríficas intenciones… Cómo nos hace soñar… ¡Imposible saber hasta qué punto el idiota éste puede mentirnos!… Es el gran misterio. Siempre permanece bien a un costado, cuidadosamente oculto, detrás de su coartada. “La explotación por el más fuerte.” Irrefutable… ¡Mártir del aborrecido sistema! ¡Un verdadero Jesucristo!

“¡Yo soy! ¡tú eres! ¡él es! ¡nosotros somos explotados!”

¡Ya se va a acabar la impostura! ¡La abominación va a volar por el aire! ¡Rompe tus cadenas, Populacho! ¡Levántate, zanahoria!… ¡Esto no puede durar para siempre! ¡Que al fin te vean! ¡Tu linda cara! ¡Que te admiren! ¡Que te examinen! ¡de punta a punta!… ¡Que descubran tu poesía, que finalmente puedan amarte por lo que en realidad eres! ¡Mucho mejor, por Dios! ¡Mucho mejor! ¡Cuanto antes mejor! ¡Mueran los patrones! ¡Rápido! ¡Esa escoria podrida! ¡Juntos o de a uno! ¡Pero pronto! ¡súbito! ¡ya! ¡Ni un minuto de gracia! ¡De una muerte bien dulce o bien atroz! ¡Me da igual! ¡Me estremezco! ¡Ni un centavo para reconciliar a la raza entera! ¡Al matadero, chacales! ¡A la cloaca! ¡Inmediatamente! ¿Le negaron alguna vez, ellos, monstruos peludos, un solo rehén miserable al rey Beneficio? ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Nunca! ¿Hay algunos rezagados?…  ¡Despacharlos al voleo! ¡A otra cosa mariposa! ¡Es la guerra! ¡En todos los frentes! ¿Con qué fin?… ¡Ni siquiera son divertidos! ¡Increíblemente torpes y estúpidos! ¡Para que hagan reír hay que ponerlos cabeza abajo!

Los privilegiados, por mi lado, no se me humedecerán ni un poco los ojos, lo juro, por su inmunda carroña… ¡Ah! ¡No! ¿Prórrogas? ¡Basta! ¡Sin remordimientos! ¡Ni una lágrima! ¡Ni un suspiro! ¡Un puntito! ¡Ya está, sí! ¡Es el Ángelus! ¿Su agonía? ¡Qué dulzura! ¡Una golosina! ¡Yo quiero! ¡Me considero en todo mi derecho!…

            ¡Te aplastaré, carroña! ¡una noche fea!
            ¡Te haré en cada ojo un gran agujero negro!
            ¡Tu alma de cerdo en la danza! ¡Saldrá corriendo!
            ¡Verás esa bella asistencia!…
            ¡En el Horno-Cementerio de los Bonachones!

¡Estas coplas briosas me bailan en el coco! ¡Se las ofrezco además a todos con la música! ¡“El Himno al Matadero”, melodía incluida! ¡No falta nada!…

            ¡Está todo bien! ¡La cosa marchará!
            ¡Uno se va! ¡El más bonito!
            ¡Vienen dos!

¡Así cantaban nuestros alegres constructores de puentes de antaño! ¡Pataleemos! ¡Pataleemos! ¡Pateemos fuerte! ¡Esta pertinente infección! ¡Hay que matar a toda la raza! Nunca desde los tiempos de la Biblia se abatió sobre nosotros un flagelo más hipócrita, más obsceno, más degradante en todo sentido, que el pegajoso dominio burgués. ¡Clase hipócritamente tiránica, codiciosa, rapaz, mentirosa en bloque! ¡Moralizante y prostituida! ¡Impasible y llorona! De hielo ante la desgracia. ¿Más insaciable? ¿más apestosa en sus privilegios? ¡Imposible! ¿Más mezquina? ¿más anémica? ¿más apasionada en riquezas vacías? En fin: podredumbre perfecta.

¡Viva Pedro I! ¡Viva Luis XIV! ¡Viva Fouquet! ¡Viva Gengis Khan! ¡Viva Bonnot! ¡la banda! ¡y todos los otros! ¡Pero para Landru no hay excusas! ¡En todo burgués hay un Landru! ¡Eso es lo triste! ¡irremediable! El 93, para mí, son los lacayos… ¡lacayos textuales, lacayos de palabra! lacayos de pluma que una tarde entran en el castillo, locos de envidia, delirantes, envidiosos, plagian, revientan, se instalan y cuentan el azúcar y los cubiertos, las sábanas… ¡Cuentan todo!… Continúan… Nunca pudieron detenerse. La guillotina es una boletería… ¡Contarán el azúcar hasta el día de su muerte! Los terrones, fascinados. Se los puede matar a todos ahí mismo… Están siempre en la cocina. ¡Nada que perder! Se los huele de lejos, intelectuales, impresionistas confusionistas tendenciosos, charlatanes de izquierda, de derecha, en el fondo de su alma de mierda todos ferozmente conservadores, dosificadores de finas argucias; todos rellenos de segundas intenciones. ¡Con que vean el vino alcanza! Van adonde uno quiera, siguiendo el olor de la inmunda prebenda, la perspectiva del caballete… ¡No son ellos los que redimirán la imbecilidad titanesca, la roña cromada de las bestias! Putas de raza, se arrastran… ¡A las cañerías entonces la ralea!… ¡Que no se hable más!… Los otros de enfrente, lo mismo, penetrados, “reparadores de errores” a 75.000 francos por año.

Hacerse ver al lado del pueblo, en los tiempos que corren, es un “seguro de bolsillo”. Sentirse un poco judío es un “seguro de vida”. Todo bien comprensible.

¿Qué diferencia hay, yo no la veo, entre las Casas de la Cultura y la Academia Francesa? El mismo narcisismo, la misma miopía, la misma impotencia, la misma cháchara, el mismo vacío. Otros tópicos, apenas, eso es todo. Se conforman, se masturban, machacan, aquí y allá, exactamente.

¿La gran limpieza? ¡Cuestión de meses! ¡Cuestión de días! ¡Ah! ¡Sí! ¡Pronto se hará!… ¡Alégrense!… ¡Tiren petardos!

¡La guillotina es fácil! ¡El degüello de la clase entera! ¡Se derriban puertas ya abiertas! ¡Y encima completamente carcomidas! ¡Fusilar a los privilegiados es más fácil que matar perdices! ¡Es la gloria natural! ¡La venganza de los “débiles”! ¡La compensación mil veces justa! ¡La recuperación de todos los miserables! ¡Okay!

¡Mierda! ¡Digámoslo! ¡No es pasarse de la raya!… ¡Es todo bien normal! ¡Hasta la médula!

            ¡A boletear a los ricos!
            Tra-tra-tra
            ¡A romperles el culo!
            ¡Viva el ruido del cañón!
            ¡Bum!

¡Eso es lo principal! ¡Una buena cosa!… ¡El proleta libre! ¡Para él todos los instrumentos, desde la flautita al tambor!… ¡La bella usina ¡Las minas! ¡Con la salsa! ¡La torta! ¡El banco! ¡Vamos! ¡Y los viñedos! ¡y las cárceles también! ¡Brindemos! ¡Todo cae! ¡Al fin solos! ¡De tripas corazón! El proleta al fin dueño de todas las felicidades del rebaño… ¡Minero! ¡la mina es tuya! ¡Desciende! ¡Ya nunca volverás a hacer una huelga! ¡Ya nunca te quejarás! ¡Si ganas 15 francos por día, esos francos serán tuyos!

En seguida, hay que reconocerlo, todo se va al carajo. Apesta también un poco el lacayo. Tiene, el hombre de base, el gusto de la maledicencia… ¡Es venal, no hay nada que hacer! Tiene todos los viles instintos de cincuenta siglos de servidumbre… Se rehacen rápido, estos alcahuetes, en libertad… ¡mucho mejor que antes! ¡Cuidado! ¡Cuidado!… ¡que sea la gran víctima de la Historia no significa que sea un ángel!… ¡En lo más mínimo! ¡Y sin embargo, ése es el prejuicio, el grande, el bien establecido, duro como el hierro!…

“¡El Hombre es lo que come!” ¡El astuto de Engels encima había descubierto eso! ¡Mentira colosal! El Hombre es algo muy distinto, una cosa mucho más turbia y asquerosa que la cuestión de “comer”. ¡No hay que verle sólo las tripas sino también su lindo cerebrito!… ¡Hay mucho por descubrir!… ¡Para que cambie habría que adiestrarlo! ¿Es adiestrable, el hombre?… ¡No va a ser un sistema el que lo adiestre! ¡Se las arreglará siempre para eludir todos los controles!… Se escapa con evasivas… ¡Es un experto! ¡Imposible agarrarlo con las manos en la masa! ¡A quién le importa, además! ¡La vida es demasiado corta! ¡Cualquiera habla de moral! Hablar te da aires, te disimula. ¡Todos los cerdos son predicadores! ¡Cuánto más viciosos son, más hablan! ¡Y aduladores! ¡De sí mismos!… ¿El programa del comunismo? a pesar de las negaciones: ¡enteramente materialista! ¡Reivindicaciones de un animal para uso de los animales!… ¡Comer! ¡Miren la jeta hinchada del gordo Marx! Pero si al menos comieran… ¡en realidad es todo lo contrario! ¡El pueblo es Rey!… ¡Y el Rey ayuna! ¡Tiene todo! ¡Pero le falta la camisa!… Hablo de Rusia. En Leningrado, alrededor de los hoteles, a los turistas les quieren comprar todo, de los pies a la cabeza, de la camiseta al sombrero. El individualismo innato dirige toda la farsa, a pesar de todo, arruina todo, corrompe todo. Un egoísmo rabioso, acerbo, mascullado, invencible, penetra, corrompe esa atroz miseria, supura a través de ella, la vuelve más apestosa todavía. Los individualismos en “manojo”, pero desunidos.

Si la existencia comunista es la existencia en música; más exasperante, sucia y asquerosa que la de por acá, entonces todo el mundo tiene que bailar, no más rengos a la rastra.

            El que no baila
            Reconoce por lo bajo
            Alguna desgracia…

Es el fin de las vergüenzas, del silencio, de los odios y las peleas a muerte, una danza para toda la sociedad, absolutamente toda. Ni un solo paralítico social, ni uno solo que gane menos que los otros, que no pueda bailar.

Para el espíritu, para la alegría, en Rusia, existe la mecánica. ¡La verdadera tierra prometida! ¡La salvación! ¡El hallazgo providencial! ¡Hay que ser un “Intelectual” apasionado de las Bellas Artes, encerrado en una bolsa durante siglos, rodeado de algodones, de los papeles más bellos del mundo, pequeña uva frágil y madura en el amanecer de viñedos burocráticos, fruto delicado de las contribuciones, delirando de Irrealidad, para engendrar, sin errores, esa fenomenal superchería! La máquina, a decir verdad, ensucia, condena, mata todo lo que se le acerca. ¡Pero tiene “buena prensa”, la Máquina! Hay “proletarios”, hay “progreso”, hay “trabajo”, hay “base”… Las masas se vuelven locas… Hay conocedores instruidos, simpatizantes… Se exagera la cosa… Se hacen recomendaciones… Las válvulas pedorrean… “¡Yo estoy! ¡Estamos en la ‘línea’! ¡Viva el gran Relevo! ¡No nos falta ni un bulón! ¡La orden viene del fondo de las oficinas!” ¡Todo el combustible a las máquinas! ¡Todas las mentiras disponibles! ¡Durante ese tiempo no van a pensar!…

¡Como Resurrección es fenomenal!… La máquina es la infección misma. ¡La derrota suprema! ¡Una mentira tremenda! ¡Un embuste! La máquina mejor calibrada jamás liberó a nadie. ¡Embrutece al Hombre más cruelmente, eso es todo! Fui médico en la Ford, sé de lo que hablo. ¡Todas las Ford se parecen, soviéticas o no!… Apoyarse en la máquina es solamente una excusa más para seguir con las cretinadas. ¡Es eludir la verdadera cuestión, la única, la íntima, la suprema, la que está en el fondo de todo buen hombre, en su carne misma, en su cabezota, y no afuera!… El verdadero desconocido de todas las sociedades posibles o imposibles… Nadie habla nunca de eso, ¡no es “política”!… ¡Es el Tabú colosal!… ¡La cuestión “última” prohibida! De pie, en cuatro patas, acostado, boca abajo, el Hombre sólo tuvo, en el aire y en la tierra, un verdadero tirano: ¡él mismo!… Nunca tendrá otros… Quizás sea una lástima… Eso lo hubiera adiestrado, vuelto finalmente social.

Desde hace siglos que se lo masturba, que se elude su verdadero problema para luego hacerlo votar… Desde el fin de las religiones, es a él a quien se le ponen inciensos y a quien se lo emborracha a morir con taradeces. ¡Él es la Iglesia entera! ¡Ya no ve claro, es evidente! ¡Está listo! ¡Cree en todo lo que le cuentan siempre y cuando lo halaguen! ¡Entonces dos razas bien distintas! ¿Los patrones? ¿Los obreros? ¡Es artificial 100 por 100! ¡Es cuestión de suerte y de herencias! ¡Suprímanlas! verán que eran lo mismo… Digo lo mismo y listo… Se darán cuenta…

La política ha podrido al Hombre mucho más profundamente en los tres últimos siglos que durante toda la Prehistoria. En la Edad Media estábamos más cerca de estar unidos que ahora… un espíritu común cobraba forma. La mentira tenía un halo de poesía, era más íntima. Eso ya no existe.

El Comunismo materialista es la Materia antes que nada y cuando se trata de materia nunca triunfa lo mejor, siempre es lo más cínico, lo más tramposo, lo más brutal. ¡Miren pues en esta u.r.s.s. cómo la plata volvió rápido a hacer de las suyas! ¡Cómo el dinero reencontró enseguida toda su tiranía! ¡y encima al cubo! ¡Con tal de que lo halaguen el Populacho agarra todo! ¡se traga todo! ¡Allá se ha vuelto repugnante de pretensión, de suficiencia, a medida que se lo hacía descender más profundo en la mierda, que se lo aislaba más! Un fenómeno espantoso. ¡Y cuanto más desgraciado es, más fanfarrón se vuelve! Desde el fin de las creencias, los jefes exaltan todos sus defectos, todos sus sadismos, y sólo lo dominan con sus vicios: la vanidad, la ambición, la guerra, la Muerte en una palabra. ¡El truco es bellamente precioso! ¡Han retomado todo eso al décuplo! ¡Lo revientan con la miseria, con su amor propio también! ¡Primero la vanidad! ¡La pretensión mata como todo el resto! ¡Mejor que todo el resto!

La superioridad práctica de las grandes religiones cristianas es que no doraban la píldora. No intentaban aturdir, no buscaban el elector, no sentían el deseo de complacer, no meneaban el culo. Agarraban al Hombre en la cuna y le decían la verdad de entrada. Lo informaban sin ambages: “Tú, podredumbre informe, vas a ser siempre una basura… Desde el nacimiento no eres más que mierda… ¿Me entiendes?… ¡Es una evidencia, el principio de todo! Sin embargo, tal vez… tal vez… mirando bien de cerca… todavía tienes una pequeña oportunidad de hacerte perdonar por ser tan inmundo, excrementicio, increíble… Tienes que poner buena cara a todas las penas, pruebas, miserias y torturas de tu breve o larga existencia. En perfecta humildad… ¡La vida, cerdo, no es más que una áspera prueba! ¡No decaigas! ¡No le busques la quinta pata al gato! ¡Salva tu alma, que ya es algo! Quizás al final del calvario, si eres extremadamente regular, un héroe ‘en cerrar el pico’, morirás según los principios… Pero no es seguro… un poquito menos pútrido al espichar que al nacer… y cuando entres en la noche más respirable que el alba… ¡Pero no te la creas! ¡Eso es todo! ¡Presta atención! ¡No sueñes con grandes cosas! ¡Con un sorete como máximo!…”

¡Eso sí que estaba bien dicho! ¡Por los verdaderos padres de la Iglesia! ¡Que conocían su utensilio! ¡que no se hacían ilusiones!

La gran pretensión a la felicidad… ¡ésa es la enorme impostura! ¡Ella es la que complica toda la vida! La que vuelve a la gente venenosa, crápula, insoportable. No hay felicidad en la existencia, hay desgracias más o menos grandes, más o menos tardías, estridentes, diferidas, solapadas… “Con gente feliz es que se hacen los mejores condenados.” El principio del diablo se sostiene. Tenía razón como siempre, al fijar al Hombre a la materia. No tardó mucho. En dos siglos, completamente loco de orgullo, dilatado por la mecánica, se ha vuelto imposible. ¡Así lo vemos hoy, azorado, saturado, ebrio de alcohol, de gasolina, desafiando, pretencioso, al universo con un poder en segundos! Pasmado, desmesurado, irremediable, mezcla de carnero y de toro, hiena también. Encantador. El culorroto más miserable se ve Júpiter en el espejo. Ése es el gran milagro moderno. Una fatuidad gigantesca, cósmica. La envidia mantiene al planeta furioso, con tétanos, en sobrefusión. Lo contrario de lo que desearíamos. A la primera palabra todo creador se encuentra en el presente aplastado por los odios, triturado, vaporizado. El mundo entero se vuelve crítico, es decir horriblemente mediocre. Crítica colectiva, torva, servil, obtusa, esclava absoluta.

Rebajar el Hombre a la materia es la ley secreta, nueva, implacable… Cuando se mezclan al azar dos sangres, una pobre, otra rica, nunca se enriquece a la pobre, se empobrece siempre la rica… Todo lo que ayuda a extraviar a la masa embrutecida por los halagos es bienvenido. Cuando las trampas ya no son suficientes, cuando el sistema explota, ¡se recurre entonces a la mano dura! ¡a la metralleta! ¡a los bombones!… ¡llegada la hora sacan a relucir todo el arsenal! ¡con el gran optimismo de las últimas Resoluciones! Masacres por miríadas, todas las guerras desde el Diluvio tuvieron como música el Optimismo… Todos los asesinos ven el futuro color de rosa, es parte del oficio. Así sea.

Es comprensible que estuvieran hartos de una vez por todas de la miseria, los hombres agobiados, ¡pero la miseria es el accesorio en la Historia del mundo moderno! El más bajo orgullo negativo, la fatuidad vacía, la envidia, el ansia de dominación, obsesionan, acaparan, recluyen a todos los hipócritas en el loquero, el enorme Lazareto del mañana, la Cuarentena socializante.
¡Populacho, presta atención! ¡Eres supremo! ¡Te liberaste como persona! ¡Eres más libre, compárate, que los siervos de enfrente! ¡En la otra prisión! ¡Mírate en el espejo! ¡Un vasito para las ideas! ¡Vota por mí! ¡Populacho, eres víctima del sistema! ¡Te voy a reformar el universo! ¡No te ocupes de la naturaleza! ¡Estás hecho todo en oro! ¡que te lo repitan! ¡No te reproches nada! ¡No reflexiones! ¡escúchame! ¡Yo quiero tu felicidad verdadera! ¡Te voy a nombrar Emperador! ¿Quieres? ¡Voy a nombrarte papa y Dios! ¡Los dos al mismo tiempo! ¡Bum! ¡Listo! ¡Saquen la foto!

¡Allá, de Finlandia a Bakou el milagro se produjo! No se puede decir lo contrario. ¡Ah! Se enferma, Proleta, con ese vacío a su alrededor, repentino. Todavía no se acostumbró. ¡Es grande un cielo para él solo! ¡Hay que descubrir rápido la cuarta dimensión! ¡La verdadera dimensión! La del sentimiento fraternal, la de la identidad del prójimo. Ya no puede agobiar a nadie… No hay más explotadores que liquidar…

“Todas tus penas serán las mías…” y el Hombre, más se comprime y se complica, más se aleja de la naturaleza, más penas padece, forzosamente… Por ese lado, por el lado del sistema nervioso, no puede ir sino de mal en peor. Por encima de todo, el Comunismo comparte, incluso más que las riquezas, todas las penas. Siempre habrá, es fatal, es la ley biológica, el progreso no cambiará nada, al contrario, muchas más penas que alegrías para compartir… Y siempre, siempre más… El corazón sin embargo no se mete. Es difícil hacerlo decidirse… Refunfuña… Se escabulle… busca excusas… Presiente… ¡Es un caos, automáticamente! Un sistema comunista sin comunistas. ¡Qué se le va a hacer! ¡Pero que nadie se dé cuenta! ¡El que abra la boca será colgado!…

¡Que vengan entonces las estupideces! ¡Que vengan en nuestra ayuda los supuestos cataclismos! ¡Los enemigos rocambolescos! ¡Hay que ocupar los tablados! ¡Que no dé vuelta la cabaña! ¡Las coaliciones salvajes! ¡Los complots carroñeros! ¡Los procesos apocalípticos! ¡Hay que reencontrar al demonio! ¡Antes que agonice! ¡El chivo expiatorio de todas las desgracias! ¡Embrollar las cosas! Ocultar la dura verdad: ¡que eso no encaja con el “hombre nuevo”! ¡Que todos son igual de canallas que antes!

¡Pero todavía aquí nos divertimos! ¡No estamos obligados a pretender! ¡Todavía somos “oprimidos”! ¡Podemos colocar todo el maleficio del Destino en la cuenta de los bebedores de sangre! El cáncer del “Explotador”. Y luego comportarnos como unas arpías. ¡Acá no pasó nada!… ¿Y cuando ya no tenemos el derecho de destruir? ¿o que ni siquiera podemos protestar? ¡La vida se vuelve intolerable!…

Jules Renard ya lo decía: “No alcanza con ser feliz, es necesario que los otros no lo sean”. ¡Ah! Es un mal momento aquel en el que nos vemos forzados a sobrellevar todas las penas, las de los otros, desconocidos, anónimos, a trabajar enteramente para ellos… ¡Le habíamos jurado a Proleta que eran justamente los otros lo que representaban la mierda, la hiel profunda de todas sus desgracias! ¡Ah! ¡la estafa! ¡la podredumbre! ¡Ya no encuentra a los “otros”!

Sin embargo, se lo encierra cuidadosamente al nuevo elegido de la sociedad renovada… Incluso en “Pierre-et-Paul”, la prisión famosa, los sediciosos de antes no estaban tan bien vigilados. Podían pensar lo que querían. Ahora eso se terminó completamente. ¡Por supuesto que ni hablar de escribir! Está protegido, Proletovich, podemos asegurarlo, detrás de cien mil alambres de púa, ¡el mimado del nuevo sistema! Contra los impuros exteriores e incluso contra los relentes del mundo envejecido. Es él, Proletovich, el que mantiene (a costa de su propia miseria) a la policía más exuberante, más suspicaz, más carnicera, más sádica de todo el planeta. ¡Ah! ¡no se lo deja solo! ¡La vigilancia es impecable! ¡No lo van a secuestrar, a Proletovich!… ¡Sin embargo se aburre!… ¡Eso se ve bien! ¡Muere por salir! ¡Por transformarse en un “ex-tourist” para variar un poco! No volvería nunca más. Es un desafío que puede lanzarse a las Autoridades Soviéticas. ¡Ningún peligro de que lo intenten! ¡No hay de qué preocuparse! ¡No lo intentarán! ¡No les quedaría nadie!

¡Con nosotros podría divertirse, Proletovitch! ¡Todavía hay pequeñas distracciones, curiosas locuras clandestinas, placer en fin! ¡Incluso el explotado al 600 por 100 conservó sus distracciones! ¡Cómo le gusta surgir del trabajo en un smoking completamente nuevo (alquilado), hacer el papel del millonario que toma whisky! ¡Quedar fascinado en el cine! ¡Es burgués hasta el tuétano! Tiene el gusto de los valores falsos. Es un mono. Está corrompido… Es vago de alma… ¡Sólo le gusta lo que es caro! ¡o en su defecto, lo que lo parece! Venera la fuerza. Desprecia al débil. ¡Es fanfarrón, es vano! ¡Pone siempre cara de cretino! Visual ante todo, ¡eso tiene que verse! Va al neón como la mosca. No puede evitarlo. Es oropelado. Se detiene justo al lado de lo que podría volverlo feliz, suavizarlo. Sufre, se mutila, sangra, muere y no aprende nada. Le falta el sentido de lo orgánico. Se aparte de él, le teme, vuelve la vida cada vez más áspera. Se precipita hacia la muerte a grandes golpes de materia, nunca suficientes… El más astuto, el más cruel, el que gana en ese juego, no posee en definitiva sino más armas en la mano, para matar todavía más, y matarse. Así sin límites, sin fin, ¡la suerte está echada!… ¡Jugado! ¡Ganado!
Allá, el Hombre vive a pan duro. Los golpean en todos lados, mira pasar al “Comisario” en su Packard no muy nuevo… Trabaja como en un regimiento, un regimiento para toda la vida… ¡No tiene que abusar ni de la calle! ¡Conocemos sus modales! ¡Sacárselos a palazos!… ¡Sólo el futuro es para él! ¡Como aquí, exactamente!… “Mañana la afeitada será gratis”… ¿Por qué no funciona? ¡Es precisamente el instinto lo que no anda! ¡Es bien simple! En el fondo, reflexionemos en esto, no había necesidad de esperar para repartir las riquezas. Se las podría haber repartido ya en los tiempos agrícolas, al comienzo de los humanos… “Todo para todos”… ¡Es su divisa!

¡Capital! ¡Capital! ¡No hay que rugir más, Proleta, eres tú enterito! ¡De la cima del cráneo a la rabadilla!… ¡Populacho, estás solo! ¡Ya no tienes a nadie que te agobie! ¿Por qué recomienzan las cretinadas?… Ellas remontan espontáneas de tu naturaleza infernal, así que no te hagas ilusiones, ni mala sangre, sponte sua. Vuelta a empezar.

¿Por qué el bello ingeniero gana 7000 rublos por mes, hablo de allá en Rusia, y la mucama sólo 50? ¡Magia! ¡Magia! ¡Somos todos una bosta! ¡allá como acá! ¿Por qué el par de tamangos ya cuesta 900 francos? ¿y un remiendo bien precario (lo he visto) anda en los 80?… ¿Y los hospitales? Dejando de lado ese bello del Kremlin y las salas para el “inturismo”. ¡Los otros son francamente sórdidos! Viven sólo con una décima parte de un presupuesto normal. Toda Rusia vive con una décima parte de un presupuesto normal, salvo la Policía, la Propaganda, el Ejército…

Todo eso es todavía la injusticia disfrazada con un nuevo nombre, mucho más terrible que la antigua, mucho más anónima, calafateada, perfeccionada, intratable, repleta de una miríada de gallinas extremadamente expertas en sevicias. ¡Oh! ¡para proveernos de razones de la derrota canalla, de la estafa gigantesca, la dialéctica falla!… ¡Los rusos engañan como nadie! Sólo hay una confesión que no es posible, una píldora que no se puede tragar: ¡que el hombre es la peor de las basuras!… que fabrica él mismo su tortura en no importa qué condiciones, como la sífilis su tabes… ¡Ésa es la verdadera mecánica, la profundidad del sistema!… Habría que liquidar a los aduladores, ése es el gran opio de los pueblos…

El Hombre es humano más o menos del mismo modo en que la gallina vuela. Cuando le dan una buena patada en el culo, cuando un auto la hace bailar, vuela hasta el techo, pero enseguida repica en el barro y vuelve a picotear la mierda. Es su naturaleza, su ambición. Para nosotros, en la sociedad, es exactamente lo mismo. Sólo dejamos de ser profundamente inmundos cuando sobreviene una catástrofe. Cuando todo se arregla más o menos, lo natural retoma la carrera. Por eso mismo, a una Revolución hay que juzgarla veinte años más tarde.

“¡Yo soy! ¡Tú eres! ¡Nosotros somos! ¡destructores, sabandijas, asquerosos!” Nunca se dirán esas cosas. ¡Nunca! ¡Nunca! Sin embargo, ¡la verdadera Revolución sería la de las Confesiones, la gran purificación!

Pero los Soviets se entregan al vicio, a la mentira artificiosa. Conocen muy bien los  mecanismos. Se pierden en la propaganda. Intentan rellenar el sorete, recubrirlo de caramelo. Ésa es la infección del sistema.

¡Ah! ¡es reemplazado, el patrón! ¡Sus violencias, sus estupideces, sus ardides, todas sus inmundicias publicitarias! ¡Saben cómo maquillar una baratija! ¡No ha tardado mucho! ¡Han subido al estrado los nuevos cafishos!… Ahí están los nuevos apóstoles… ¡Con una buena barriga y bien cantantes!… ¡Gran Revuelta! ¡Ardua Batalla! ¡Pequeño botín! ¡Avaros contra Envidiosos! ¡En eso consistía la lucha! ¡Entre bambalinas se cambiaron la careta!… ¡Neo-topazios, neo-Kremlin, neo-putas, neo-lenines, neo-Jesús! Eran sinceros al principio… ¡Ahora todos comprendieron! (A los que no comprenden: al paredón.) ¡No se equivocan, pero son sumisos!… Si no fueran ellos, serían otros… La experiencia les ha servido… Se mantienen en guardia como nunca antes… El alma ahora está prohibida… ¡Perdida! ¡Ya no hay nada!… Ellos conocen todos los tics, todos los vicios del malvado Proleta… ¡Cómo bebe! ¡Cómo parlotea! ¡Cómo sufre! ¡Cómo alardea!… ¡Cómo denuncia!… ¡Es su naturaleza!… ¡No puede evitarlo!… ¿El proletario? ¡en “casa”! ¡Lee mi periódico! ¡Lee mi chisme, juste ése! ¡No otro! ¡y muerde la fuerza de mis discursos! ¡No vuelvas a ir tan lejos, cerdo! ¡O te corto la cabeza! ¡Se merece eso, no otra cosa!… ¡La jaula!… ¡Cuando se va a buscar a la policía se sabe bien lo que se espera!… ¡Y todavía no termina! ¡Se hará cualquier cosa para no parecer responsables! Se cerrarán todas las salidas. ¡Nos volveremos “totalitarios”! Con los judíos, sin los judíos. ¡Todo eso no tiene importancia!… ¡Lo Principal es matar!… ¿Cuántos terminaron en la hoguera entre los creyentes testarudos de las épocas oscuras?… ¿En la boca de los leones?… ¿En las galeras?… ¿Inquisicionados hasta la médula? ¿Por la Concepción de María? ¿o tres versículos del Testamento? ¡Ni siquiera se los puede contar! ¿Los motivos? ¡Facultativos!… ¡Ni siquiera es necesario que existan!… ¡Los tiempos no han cambiado mucho en ese aspecto! ¡Ya no somos difíciles! ¡Podríamos morir todos por algo que no existe! ¡Un Comunismo de gestos!… ¡Eso no tiene importancia en el punto en el que estamos!… ¡Eso es morir por una idea de la que no entiendo nada!… ¡Somos sin embargo puros sin saberlo!… Pensándolo bien, ¿será tal vez eso la Esperanza? ¡Y el porvenir estético también! ¡Guerras de las que ya no se sabrán sus causas!… ¡Cada vez más formidables! ¡Que ya no dejarán a nadie tranquilo!… en las que morirá todos… que se convertirán en héroes en el acto… ¡y en polvo además!… Se despejará la Tierra… Que nunca ha servido para nada… La limpieza por la Idea…
Traducción: Mariano Dupont

(*) El panfleto Mea culpa fue editado en Éditions Denoël et Steele en 1936 –el mismo año que Muerte a crédito–, luego de un viaje que Céline realizó a la Unión Soviética. La primera traducción al castellano, realizada por Ernesto Palacio, se publicó en 1937, en la editorial Sur, junto con Semmelweis.